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¿Por qué usar micro-interacciones?

En este blog ya hemos hablado acerca de las micro-interacciones y sus beneficios (como en este artículo). Esta vez, ahondaremos un poco más en este pequeño gran elemento de las interfaces gráficas.

Como hemos explicado anteriormente, las micro-interacciones son pequeñas animaciones de interfaz que funcionan como retroalimentación de cada una de las acciones que los usuarios realizan. 

¿Para qué sirven las micro-interacciones?

Entender su funcionamiento, requiere tener claro que las micro-interacciones tienen una larga data. Aunque se popularizaron tras el boom de las plataformas digitales, gracias a la evolución de las interfaces producto de las diferentes experiencias exitosas que se obtuvieron a través del tiempo. 

Tal como explica Don Norman en su libro The design of everyday things; cuando marcábamos los números en un teléfono fijo para poder llamar, ¿No escuchabas un tono por cada tecla que apretabas?. O si aprietas un interruptor de luz ¿No escuchas un click?. Estos pequeños detalles son micro-interacciones. Están pensadas para que los usuarios se orienten, detecten problemas y para avisarnos del estado del objeto que estamos usando, bajando así los niveles de estrés y ansiedad del usuario

Identidad narrativa

Las micro-interacciones, como un elemento de diseño, no son algo meramente funcional. Ellas también dotan de personalidad a un producto en relación a la identidad de marca. Creando el famoso efecto wow que muchas veces se quiere provocar en los usuarios con los productos digitales que están usando.

Si aún no te queda claro qué es una micro-interacción, te invito a abrir Twitter, Facebook o Instagram y darle Like a una publicación. ¿Viste como el ícono del corazón pasa de estar vacío a lleno de forma fluida? Pues esa pequeña animación es una micro interacción.

Cuando das like en Twitter ves esto:

Mientras que Facebook te ofrece 6 distintas reacciones, todas ellas animadas.

¿Cómo estas animaciones mejoran la experiencia del usuario?

Muy simple. En una era donde las marcas están comenzando a humanizarse, estas micro-interacciones ayudan a que el usuario perciba un producto digital como un elemento vivo y funcional, disminuyendo así la fricción y frustración de los usuarios al usar una aplicación o sitio web, brindando así una navegación más fluida.

Como usuarios y como expertos, sabemos que cuando algo nos gusta y nos llama la atención, lo recordamos y, de forma inversa, las micro-interacciones que nos gustan nos ayudan a recordar las acciones y pasos que alguna vez realizamos para alcanzar nuestros objetivos. De esta forma, la curva de aprendizaje es menor la segunda vez que usamos una plataforma digital, haciéndola más amigable para el usuario. 

Después de todo ¿Quién no se siente cómodo usando algo familiar?