Pandemia, feminismo y UX

Hacia un diseño de experiencia feminista

Experiencia de Usuario 6 min. de lectura

En una nueva conmemoración del Día internacional de la Mujer, vale preguntarse ¿Cuánto hemos tomado del feminismo para diseñar mejores experiencias? En un contexto marcado por la pandemia, donde las mujeres se han visto considerablemente afectadas, reflexionamos sobre el rol de nuestra disciplina.

Logo feminista.

Llevo varios días recordando la marcha feminista del 8M del año pasado. Al menos en Chile, aún no nos convencían del todo del avance de la pandemia. Aún había incertidumbre y muchas, entre las que me encuentro, creíamos que sería cuestión de meses esa amenaza llamada Covid-19. Un año después, que tampoco es tanto tiempo, ha pasado más de lo que imaginamos el 8M anterior. 

Fue un año que nos obligó a muchas a quedarnos en casa, a compatibilizar más aún ser mujeres que trabajan, a darnos cuenta de que las “tareas del hogar” comenzaban a compartir su espacio con las obligaciones laborales y educacionales. 

En mi caso, privilegiado por cierto, enfrenté un año en el que tuve la posibilidad de trabajar de manera remota. Cuestión que coincidió con que estaba volviendo de mi post natal y que suponía podía facilitar el cuidado de mis hijos, dado que estaríamos en casa. 

Sin embargo, más allá de la fortuna de haber podido quedarme en casa, hay muchas cuestiones que se volvieron más evidentes y críticas no sólo en mi caso, sino en los de miles de mujeres que debieron enfrentar a la pandemia, buscando el equilibrio entre su vida familiar y laboral. 

¿A qué renunciamos las mujeres? 

Según cifras de la CEPAL, el impacto de la pandemia en la vida laboral de las mujeres latinoamericanas es tremendo, con un retroceso de casi una década en los avances que se habían conseguido en la materia. 

Siendo aún más pesimistas, ya a mediados del 2020, Financial Times aseguraba que estábamos enfrentando un escenario similar al de los años 50 en términos de derechos e indicadores asociados a mujeres y trabajo.   

Miles de mujeres han debido renunciar a sus trabajos, principalmente porque, al estar sus hijos e hijas en casa, tuvieron que asumir el 100% del cuidado, cuestión que es incompatible con ir a trabajar. 

Más allá de los subsidios y apoyos, es crítico ver cómo el cuidado de los niños, niñas y adolescentes, sigue siendo una responsabilidad femenina. Si no son las madres, son abuelas, tías u otras cuidadoras. 

Desde esa perspectiva, y entendiendo que la pandemia aún no está superada, es necesario preguntarnos ¿Cómo estamos haciendo para garantizar que las mujeres podamos acceder al desarrollo profesional en un contexto de confinamientos y cuarentenas?

Diseño de experiencia feminista 

¿Qué le corresponde al feminismo en este contexto? ¿Cómo el diseño de experiencia asume completamente la perspectiva de género en la ejecución de sus procesos? Creo que el desafío es infinito y complejo de abordar. 

Porque va desde cómo ideamos nuestros procesos de UX Research, cómo redactamos las microcopias y cómo hacemos evidente que las mujeres -y todas aquellas que se identifiquen como tal- se acercan y usan los distintos productos y servicios que diseñamos. 

Si tomamos el ejercicio de nuestra disciplina, es relevante que podamos ser más evidentes en la inclusión de las necesidades de las mujeres en este nuevo contexto. Y, si por otro lado, tomamos la definición más clásica (y reduccionista) del feminismo, entendiéndolo como aquella doctrina y movimiento social y político que afirma que las mujeres somos personas de derecho, pues, debemos garantizar esos derechos. 

Entonces, ¿A qué nos enfrentamos desde el diseño de experiencia? Al desafío de no caer en el estereotipo de las mujeres en el uso de los servicios que diseñamos. Desde etapas tempranas, debemos incorporarlas en nuestros procesos de diseño, tratando de garantizar esa equidad a veces tan esquiva. 

Y ahí me surgen varias preguntas. ¿Cuántos arquetipos de nuestra investigación son mujeres? ¿Siempre es la mujer madre que necesita simplificar cuestiones domésticas? ¿O también creamos a la mujer independiente con poder adquisitivo?

¿Cuántas de esas mujeres están ideadas desde la diversidad? ¿Algunas de ellas son migrantes? ¿Cuántas de ellas se acercan desde la discapacidad? Peor aún, ¿Cuántas de ellas son las jefas de hogar de familias monoparentales, o no pudieron acceder a una educación formal completa?

Incorporando la diversidad en nuestra disciplina

Nuestra responsabilidad es enorme. No sólo pasa por incorporar a mujeres trabajadoras a nuestros equipos de trabajo. Tampoco por dar visibilidad o poner en puestos de liderazgo a mujeres. Trasciende la forma en que estamos haciendo comunidad en torno al diseño de experiencia. 

También pasa por cuestionar nuestros privilegios, nuestra posibilidad de tener algo que decir cuando en el proceso de diseño caemos en los estereotipos. Y también pasa por cómo, en cuestiones cotidianas, estamos incorporando una mirada desde la equidad de género. 

Somos diseñadores de experiencia. Nuestro trabajo puede contribuir a ese cambio, en cosas pequeñas como redactar microcopias con un lenguaje inclusivo, hasta en otras más determinantes, como comprender las causas que detonan las demandas feministas y cómo afectan a nuestra labor. 

No es fácil, lo sabemos. Y en un año pandémico en que parece que volvimos al siglo pasado, es más necesario que nunca que podamos avanzar hacia un futuro feminista. Esa idea revolucionaria que considera a las mujeres como sujetos de derecho. 

Acerca del Autor

Andrea Zamora - Directora General

Directora General

Lidero el trabajo de una de las consultoras en diseño de experiencia más importantes de Chile. Con nuestro equipo entendemos cómo comunicar y posicionar productos y servicios, generando experiencias deseables en los usuarios finales. Nos desafía que logren pasar de la conversación a la conversión, a través del diálogo de las marcas e instituciones, con los usuarios que las consumen y requieren.

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