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¿Cómo hemos avanzado a un modelo de trabajo centrado en las personas?

Estrategia digital 8 min. de lectura

Nuestro doceavo aniversario lo celebramos con el recibimiento del Sello 40 horas del Ministerio del Trabajo, que reconoce a aquellas empresas que han reducido su jornada laboral. Una distinción que nos llena de orgullo y satisfacción, pero que también ha significado un importante desafío en cómo trabajamos.

Avanzando a un modelo de trabajo centrado en las personas.

A esta altura del mundo, es indiscutible que la pandemia cambió radicalmente la manera en que hacíamos las cosas. Conocer a nuevas personas, viajar, iniciar una relación, cambiarnos de trabajo, ir al colegio o a la universidad, fueron cuestiones que tuvimos que aprender a hacer de una nueva manera. 

En ese contexto, como consultora también tuvimos que improvisar, primero, y luego, comenzar a establecer y formalizar procesos de trabajo, revisión y relación con nuestro equipo y clientes, que nos permitiera ser lo suficientemente versátiles como para enfrentar el diseño de experiencia de usuario en un contexto de pandemia y digitalización forzada. 

Quizás uno de los ámbitos más afectados fue el impacto del trabajo remoto en nuestra vida cotidiana. En mi caso, el primer año de pandemia coincidió con mi puerperio, lo que se tradujo en estar en reuniones con clientes mientras amamantaba a mi hijo menor o mi hijo mayor me pedía ayuda en el armado de un Lego. 

Hacia una jornada de 40 horas

La vida privada y laboral se fusionaron en un mismo espacio para quienes tenemos (y mantenemos) el extraño privilegio del trabajo remoto. Este nuevo escenario también nos hizo replantearnos cómo lográbamos una separación real entre el horario laboral y el resto de nuestra vida. 

En esa reflexión estábamos cuando decidimos bajar nuestra jornada laboral a 39,5 horas que, en lo práctico, se traduce a tener todas las tardes de viernes libres. Probablemente, mis amigas y amigos del primer mundo se sorprenderán de saber que en Chile la jornada laboral aún es de 45 horas a la semana. 

Nuestro equipo recibe el sello 40 horas por parte de la ministra Jeannette Jara y el ministro Flavio Salazar.

La Ministra del Trabajo y Previsión Social, Jeannette Jara y el Ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Flavio Salazar, le entregan el Sello 40 Horas a nuestro equipo.

La discusión sobre la jornada laboral en Chile lleva un par de años. La iniciativa, impulsada por Karol Cariola y Camila Vallejo, ambas diputadas del PC en 2019, tiene como objetivo disminuir de 45 a 40 horas la jornada laboral, sin afectar el salario de las y los trabajadores. Como era de esperarse, la discusión ha sido muy lenta y se ha entrampado como tantas otras en el parlamento. 

Hacia una mejor calidad de vida

Con la actual administración del presidente Gabriel Boric, sin embargo, desde el Ministerio del Trabajo, se ha motivado a las empresas a sumarse a este cambio, a pesar que aún no hay una normativa que obligue a aquello. Pequeñas y grandes empresas, en distintas industrias se han sentido convocadas, a pesar de los pájaros de mal agüero que siempre parlotean. 

En nuestro caso, fue una decisión que tomamos de manera progresiva. En marzo de 2020, como a muchas empresas, nos enfrentamos al inicio de cuarentenas obligatorias como medida preventiva de pandemia. Esto nos forzó a comenzar a trabajar de manera 100% remota con nuestro equipo y clientes. 

En ese proceso, aprendimos a organizar nuestro trabajo de una manera más eficiente y coordinada, lo que nos permitió mejorar la metodología que utilizamos y fortalecer espacios colaborativos y sincrónicos, pero remotos. Sabíamos que no era un proceso fácil, especialmente, porque había que cuidar los espacios personales de cada persona del equipo, y favorecer la separación entre la casa y el trabajo. 

Pequeños cambios con gran impacto

Uno de los principales desafíos de migrar a lo remoto es recrear o reaprender a trabajar en equipo. Ya no existe la posibilidad presencial de ir a comprar algo para desayunar, compartir una conversación de pasillo con más personas o, simplemente, dejar nuestro escritorio para ir a hablar con alguien en otra oficina. La virtualidad actual nos obliga a enmarcar cada conversación y, en muchos casos, convivir con rutinas domésticas que ocurren mientras estás validando un entregable con cliente. 

Luego de dos años trabajando de esta forma, nos dimos cuenta que podíamos reducir nuestra jornada y mantener la eficiencia del flujo de trabajo tanto internamente como con nuestros clientes. Lo conversamos con el equipo y hubo una clara disposición para autogestionar aún mejor sus tiempos en este nuevo escenario.

Somos una consultora con un equipo de 12 personas que trabajamos alrededor de un modelo horizontal la mayoría del tiempo. Trabajar menos horas era evidentemente un desafío de eficiencia y coordinación, pero, por un bien superior. Desde que comenzamos con esta medida, hemos notado que si bien la carga laboral se mantiene, somos capaces de coordinarnos de mejor manera y planificar adecuadamente los diferentes procesos. 

De parte del equipo hemos recibido buenos comentarios sobre esta iniciativa, principalmente en lo que se refiere a poder hacer otras actividades el viernes después de las 14 horas. Es ganar un mediodía más de fin de semana y aprovecharlo en cuestiones ajenas al trabajo. 

¿Cómo ha sido liderar este proceso? 

Llevar a cabo este cambio ha implicado también pensar en cómo podemos trabajar comprometidos con cada tarea. Lo mencionaba el otro día en una reunión interna, debemos desarrollar el músculo de la autonomía del trabajo en equipo. Son conceptos que parecen contradictorios, pero estoy muy convencida que tienen que ir de la mano. 

En la medida que podemos ser personas autónomas en nuestras tareas y compromisos, entendemos que nuestra responsabilidad es realizar las actividades acordadas, y, sean estas individuales o con más personas, cada una debe hacer lo que se le encomendó. Cuando el tren de proyectos avanza rápido, cualquier descoordinación impacta en el flujo de todos los procesos. 

Sin embargo, ese músculo no es fácil de desarrollar. Nuestro equipo se divide entre quienes vivimos en el tramo 35-45 años y los que aún no llegan a los 30. Esa juventud es una virtud en términos de creatividad y vanguardia en temáticas que hace 10 años no se discutían. También una interpelación al respeto y a cuidar nuestra salud mental. Ese desafío fue un motivador para bajar nuestra jornada. 

Una mayor flexibilidad para las personas

Sabemos que es valioso que podamos trabajar menos. Por ello, hemos ido avanzando hacia una jornada donde cuestiones como no poder trabajar por estar cuidando a mi hijo tiene el mismo peso que alguien del equipo deba llevar a su gato al veterinario. Entendemos que hoy esa flexibilidad nos permite estar más concentrados en lo importante y comprometidos con avanzar en lo que hacemos. 

Liderar este proceso implica también mejorar en nuestra capacidad de anticiparnos para evitar atochamientos, sobrecarga o mala distribución de tareas en el equipo. Esto requiere de mucha concentración y, en el día a día, tener la capacidad de ver mañana y pasado mañana. Si bien aún no nos adelantamos tanto como quisiera, es evidente que estamos en un proceso de cambio en la manera de trabajar. 

Diseñar la experiencia de trabajar

Estamos en un contexto de nueva normalidad y, personalmente, creo que será muy complejo volver a vivir cómo lo hacíamos antes. Y ese vivir también implica la manera en la que trabajamos. 

Tenemos el desafío de construir y consolidar equipos de trabajo en un escenario que no está marcado – al menos en nuestro caso – por los territorios donde las personas viven. Hoy tenemos a integrantes que viven fuera de Santiago y también fuera de Chile. 

¿Cómo creamos una nueva experiencia laboral donde todo pasa por una videoconferencia? ¿Cómo logramos replicar las conversaciones de pasillo, compartir el momento de café en la cocina? 

Avanzamos mucho reduciendo nuestra jornada. Ahora nos queda repensar cómo nuestro día a día se vuelve más eficiente y motivante, al mismo tiempo para avanzar hacia el viernes libre. ¿Por qué no?

Acerca del Autor

Andrea Zamora - Directora General

Directora General

Lidero el trabajo de una de las consultoras en diseño de experiencia más importantes de Chile. Con nuestro equipo entendemos cómo comunicar y posicionar productos y servicios, generando experiencias deseables en los usuarios finales. Nos desafía que logren pasar de la conversación a la conversión, a través del diálogo de las marcas e instituciones, con los usuarios que las consumen y requieren.

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