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¿Cuál es el peligro tras las aplicaciones de rastreo de contagio?

Estrategia digital 5 min. de lectura

Durante la cuarentena hemos visto a diferentes empresas y países, lanzar aplicaciones de rastreo para seguir y controlar la difusión del Covid-19. Pero, tal como fueron lanzadas, la mayoría de ellas fue desechada. ¿Cuál es el problema principal de estas tecnologías?

Varias mascarillas enlazadas representan a las aplicaciones de seguimiento de contagios en Blog IDA.

La sorpresiva llegada del Covid-19 a nuestra vida, causó mucho impacto, tanto en las personas, como en los sistemas que han mantenido a nuestra sociedad durante tanto tiempo. La conmoción que generó la presencia de este virus totalmente globalizado, llevó a diferentes industrias a buscar nuevas vías de acción. Como las aplicaciones de rastreo.

Con el principal objetivo de disminuir los contagios mientras la comunidad científica busca una vacuna; diferentes países innovaron en la creación de aplicaciones de control de contagios. Estas aplicaciones, funcionan principalmente a través de geolocalización y bluetooth, generando una fuerte crítica desde organizaciones de la sociedad civil. Ya que ponen en peligro la privacidad y derechos de los usuarios. 

El problema de las aplicaciones de contact tracing

Cómo sabemos, las críticas sobre el uso de aplicaciones para controlar el coronavirus no han cesado. En muchos lugares su uso en la sociedad, finalmente fue restringido u olvidado. ¿Cuál fue el principal problema? Definitivamente la inexistencia de normas que protejan los datos de sus ciudadanos. 

Contact tracing, o rastreo de proximidad, es la tecnología que se ha difundido desde Singapur, a través del desarrollo de su aplicación Trace Together. Esta app, utiliza la tecnología bluetooth disponible en los smartphones, para detectar con quiénes te contactaste y a qué distancia. Guardando un historial de tu red de personas, con el objetivo de alertarte en el caso de que una de ellas dé positivo en Covid-19.

Este archivo de contactos presenciales, dejaría un registro anónimo de las personas con las que estuviste. Siendo alertado sólo en los casos de un test positivo, sin saber qué persona es la contagiada. El objetivo es que al saberte en riesgo, puedas tomarte el examen, o hacer cuarentena. Algo que suena bastante bien, teniendo en cuenta que todo es anónimo. Pero, este funcionamiento, pareciera ser sólo una expresión de valores, ya que no existe una normativa a la cual los ciudadanos puedan adherirse en caso de que sus datos sean utilizados para otras cosas.

La negativa de la Sociedad Civil

Desde Francia a Chile, pasando por EE.UU. las organizaciones de la Sociedad Civil, han mostrado su negativa ante estas aplicaciones. Esto se debe a que generan bases de datos gigantescas sobre el comportamiento de las personas en el mundo. Así lo demostró el reportaje de New York Times, Times Privacy Project que analizó los datos, no anónimos, obtenidos de los celulares inteligentes de Estados Unidos.

En Chile, tras el anuncio del Ministro de Salud, Enrique Paris, quien anunció en julio la intención de utilizar CoronApp para controlar el movimiento de las personas y el real cumplimiento de medidas sanitarias; la Fundación Datos Protegidos, hizo un llamado a no tomar estas medidas sin la existencia de normas que protejan en términos concretos el anonimato, cuidado y uso exclusivo y limitado de los datos para tales fines. Algo que actualmente, no se evidencia en la normativa chilena.

Medidas alarmistas

En Bogotá, Colombia, los ciudadanos vivieron una extrema situación de vulneración de privacidad al ser informados masivamente a través de redes sociales, que estaban en peligro de contagio por contacto con pacientes positivos. 

En este caso, fue la Alcaldía y Gobernación de la ciudad, quienes pusieron anuncios en Facebook e Instagram, con una imagen brandeada por las autoridades que decía “Es muy probable que usted haya estado en contacto con contagiados de Covid”. Además, a través de mensajes de texto, se contactó a ciudadanos con el enunciado: “Usted puede tener coronavirus”. 

Ambos contenidos, tanto la imagen como el mensaje de texto, dirigían a los usuarios a formularios de contacto con las autoridades de salud. Según averiguó Fundación Karisma, organización que resguarda los derechos humanos en el ámbito digital, los datos eran obtenidos a través de la ID de los smartphones de personas contagiadas y utilizadas por las autoridades para referenciar sus contactos con el historial de Google.   

El bien y el mal

El fracaso de estas aplicaciones de control y seguridad sanitaria, se debe principalmente a la ausencia de normativas que protejan realmente la información de los usuarios. Este es un tema pendiente y en constante cuestionamiento; sobretodo en Latinoamérica. 

Con estos ejemplos, podemos entender que las repercusiones de centralizar los movimientos y comportamientos de miles de millones de personas en el mundo, es sumamente riesgoso para la ciudadanía. Cada bit que se genere a partir de nuestro uso, es información de la cual ya no tendremos control alguno.  

 

 

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