Nueva Constitución

¿Podemos escribir una Constitución accesible?

Accesibilidad 7 min. de lectura

Frente a la publicación del borrador de la propuesta constitucional y la oleada de informaciones falsas y libres interpretaciones, cabe preguntarse, ¿estamos leyendo todos lo mismo?

Accesibilidad Constitución.

En el último año, nuestro país (Chile) ha vivido un proceso constituyente bastante interesante. Y fruto del trabajo de los convencionales, hoy podemos decir que ya tenemos una propuesta de nueva Constitución. 

Esta carta magna pronto será sometida al voto popular, donde la ciudadanía deberá decidir si aprueban o rechazan la propuesta. Por esto, resulta crucial que todos los que están habilitados para votar se informen y concurran a las urnas con la mayor cantidad de información posible.

Sin embargo, en la redacción del texto nos encontramos con una situación que es bastante más recurrente de lo que nos gustaría. Está escrito en “Abogadés”, o mejor dicho, en un lenguaje legal bastante técnico y difícil de comprender.

Un ejercicio simple

Para llegar a la conclusión de que la propuesta de Nueva Constitución es difícil de leer no hay que ser un experto ni tener herramientas muy sofisticadas de medición. 

Basta con seleccionar párrafos (o artículos) de manera aleatoria y someterlos a pruebas de legibilidad para ver cómo se comportan ante índices como el Flesch-Kinkaid. En este caso utilicé la plataforma de LorcaEditor para revisar qué tan legibles y comprensibles son los diferentes artículos del texto.

Por ejemplo, en el caso de un artículo simple, como el Artículo 2, la evaluación arroja que el texto es difícil de comprender:

Revisión de la legibilidad del Artículo 2 de la Nueva Constitución.

Esto se debe a que se utilizan frases largas y palabras complejas (es decir compuestas por muchas sílabas).

Si buscamos un artículo más largo, como por ejemplo el Artículo 34, la situación es más o menos similar en relación a la dificultad:

Revisión de la legibilidad del Artículo 34 de la Nueva Constitución.

Otro ejemplo, lo tenemos en el “polémico” Artículo 210, respecto de las unidades vecinales y sus atribuciones. Acá podemos ver que, a pesar de contar con una mejor redacción, la reiteración de palabras y la proporción entre palabras, frases y sílabas, hace que sea difícil de leer.

Revisión de la legibilidad del Artículo 210 de la Nueva Constitución.

Cómo funciona la medición de legibilidad

Para evaluar qué tan legible es un texto, normalmente recurrimos al método Flesch-Kincaid. En él, se mide la comprensión de un texto a través de una escala de evaluación que va del 0 a 100. A medida que se obtienen puntajes más altos, mejor es la comprensión o legibilidad de un contenido. 

Calculo con el método Flesch-Kincaid.

Esta medición se calcula utilizando esta fórmula matemática:

Este índice es importante ya que es una medición estándar, ampliamente utilizada en el mundo, e incluso es un referente de cumplimiento en normas y decretos de ley en países como Estados Unidos.

Para tener una referencia del índice deseable de legibilidad, se estima que cualquier texto que alcance a tener sobre 60 puntos en la evaluación de Flesch-Kincaid puede ser comprendido por personas desde los 13 años. Así, mientras mayor sea el número, más amplio es el espectro de usuarios capaces de comprender lo que les estamos comunicando.

Entre lo legal y lo accesible 

Al parecer, la accesibilidad (o legibilidad) de los textos y lo legal suelen ser incompatibles. Ya sea porque hay cosas que no se pueden “decir de otra forma” o simplemente porque el uso de los términos legales es más importante que la comprensión de los usuarios.

El ejemplo más claro, y común, de esta situación suelen ser los Términos y Condiciones de cualquier servicio. Este tipo de contenido, que suele estar pensado como un contrato, en el que se establecen los deberes y obligaciones de quienes proveen un servicio y los usuarios, goza de una baja popularidad entre las personas. Porque son textos largos, redactados en un lenguaje complicado e incluso se muestran utilizando recursos visuales (como todo el texto en mayúsculas) que los vuelven aún menos amigables.

En este punto, es fundamental convenir que la accesibilidad no sólo tiene que ser comprendida desde el concepto de disponibilidad, o de qué tan fácil es dar u obtener una copia (física o digital) del documento. El texto también tiene que ser comprensible, legible. Eso también es ser accesible.

La incómoda realidad país

Según reportes de la OECD, que datan de 2016, se estima que sólo un 2% de los chilenos comprende totalmente lo que lee. Este dato no debería pasar a un segundo plano al momento de redactar textos importantes, de carácter legal o vinculante.

Y frente a esto, es completamente lícita la pregunta de si ¿Podríamos habernos dado el lujo de redactar una Constitución accesible?. Y digo lujo, porque al parecer es más trabajo hacer un texto accesible para todos que un texto legal, redactado por y para abogados. Quizás es por costumbre, quizás no.

La verdad nos hará libres

Es posible que, producto de la complejidad del texto en la Constitución, además de poca comprensión, se dé lugar a múltiples interpretaciones o incluso a la proliferación de noticias falsas y desinformación. 

Lamentablemente en estos casos no se debería confiar en las buenas intenciones de las personas o de la voluntad que puedan tener para informarse de manera correcta y fidedigna. Hoy es cada vez más difícil diferenciar entre lo verídico y lo falso, gracias a las redes sociales y a la cultura de lo inmediato. 

Pero, ¿Es completa responsabilidad de la ciudadanía saber si lo que lee es o no falso? Y la responsabilidad vuelve a caer en un área gris, en parte porque el insumo original (o sea la propuesta constitucional) al no ser legible o comprensible, da pie para que otros lean, interpreten e instruyan a los demás.

Cómo nos hacemos cargo desde el Content Design

Probablemente, es poco lo que se puede hacer con la propuesta actual en términos de accesibilidad y legibilidad. 

Sin embargo, es crucial que seamos capaces de rescatar los aprendizajes valiosos que este proceso nos está dejando, de cara a una idea de país y sociedad más justo y acogedor para todos.

Y aunque suene majadero o de perogrullo, el diseño del contenido sí es importante. El qué, cómo y dónde se dicen las cosas; no se puede pasar por alto ni dejar de lado. Redactar contenidos, aunque sean menos trascendentales que una Constitución, no se puede hacer sin pensar en el usuario, en el destinatario de nuestra comunicación. 

Es hora de hacerse cargo, de tomar el desafío de hacer que todos y todas puedan acceder de manera efectiva a información verídica y que puede hacer un cambio en sus vidas.

Acerca del Autor

Francisca Jorquera - Content Manager

Comunicarnos es un ejercicio sencillo y a la vez tan complejo, que muchas veces nos cuesta expresar con claridad las cosas que queremos decir. Por eso la comunicación, cuando es efectiva, es un activo de altísimo valor; permitiendo que tanto marcas como usuarios puedan relacionarse con fluidez.

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