El país de las otras: la importancia de las mujeres en el espacio laboral
Cuando era niña —y la investigación, la antropología y el internet no formaban parte de mi diario vivir— siempre pensaba qué hacían las mujeres que no querían la vida de las mujeres adultas que conocía: yo no me quería casar a una corta edad, yo no quería tener muchos hijos, y no quería quedarme en la misma ciudad en la que me crié.

Quería aventuras, quería aviones, quería libros y quería historias que nunca antes alguien había escuchado. 8M
Tengo plena consciencia que esta búsqueda involucra privilegios que muchas niñas no tienen, como aquellas obligadas a cuidar, trabajar y demostrar su valor en función a la cantidad de trabajo doméstico son capaces de producir.
Estos privilegios me llevaron justo a donde quería estar. Me convertí en investigadora, y he logrado mostrar y mantener mi trabajo a través del tiempo, y quiero que otras niñas y adolescentes, que también se vieron enfrentadas a esta falta de referentes, puedan encontrar a alguien a quién seguir.
El país de las otras
Lo que más amo del internet es la posibilidad de encontrar a otras que –como mis compañeras de trabajo y yo–, ocupan este vasto espacio para contar cómo mujeres avanzan en sus respectivos campos de interés: en las ciencias sociales, en las artes, en STEM, y en saber vociferar los derechos que poco a poco nos hemos ganado y hemos mantenido en el tiempo.
Lo interesante de lograr estos espacios no es que solamente nos demostramos a nosotras y a quienes nos rodean que sí era posible, si no que también nos convertimos en las gigantes para que futuras generaciones puedan usar nuestros hombros.
Creo de una manera muy ferviente, que mi labor en IDA –así como las de mis compañeras, es ser pavimentadoras de las futuras diseñadoras, investigadoras y creadoras de contenido que trabajen en STEM o en producción. Mientras más sea visto nuestro trabajo, nuestra opinión respetada y nuestra visión de mundo usada como estratégica, más personas, como tú o como yo, podrán llegar a donde tienen que llegar.
Sobre las ventanas y las habitaciones propias
Creo que es muy importante, un 8 de marzo como cualquier día del año, que tengamos nuestra habitación propia desde donde escribir y desde donde hablar.
Me siento privilegiada de decir que mi habitación propia también existe en mi trabajo y en mi quehacer. La importancia de haber armado esta habitación dentro del espacio laboral no es solamente importante para mi vida personal, para mi quehacer o para la convivencia con mis compañeras, sino que también para quienes ven el trabajo desde afuera.
Ver la luz prendida en la ventana y darse cuenta hasta dónde podría llegar, cuánto se puede soñar, también es nuestra labor como mujeres en espacios de poder y de decisión. Demostrar que este espacio es tanto público como privado es la principal tarea que, según mi parecer, tendremos en el futuro del feminismo y de las mujeres insertas en la fuerza laboral.
Feliz 8M a las mujeres y disidencias que decidieron no escuchar a las convenciones que les rodeaban, y empapelaron su habitación propia con las cosas que sí importaban: autonomía, aceptación y decisión.
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