La innovación como una solución al dilema precio-calidad en proyectos digitales
Favorecer la innovación en los equipos de trabajo no sólo permite mejorar procesos de creación interna, sino también, desarrollar soluciones que le entreguen valor a los productos y servicios que ofrecemos a nuestros clientes.
Los procesos de perfeccionamiento al interior de las empresas traen como consecuencia que tus trabajadores estén bien capacitados y sean atractivos candidatos para tu competencia. Esto te obliga, inevitablemente, a buscar maneras de que tus trabajadores estén contentos y constantemente desafiados para que no se vayan.
Por otro lado, las mismas empresas con las que compites por tus colaboradores son las que te encuentras en los procesos de licitación y que, a veces sin quererlo, están forzando que tus precios sean más competitivos, sin bajar la calidad de tus productos y servicios.
Todo proceso de perfeccionamiento supone un costo que repercute en los gastos operativos de toda empresa y, en un mercado como el nuestro, es fácil encontrar “competidores” que ofrecen soluciones parecidas a precios muy bajos.
El desafío está en que sigas ofreciendo servicios de calidad, que permitan “sostener” a tu equipo y hacer de tu negocio rentable.
¿Cómo resolver la ecuación entre ofrecer espacios para el perfeccionamiento y seguir teniendo precios competitivos?
Hace algunos años, cuando esta industria comenzaba en Chile, se instaló con fuerza la idea de agencias boutique. Estas se caracterizaban por entregar productos y servicios exclusivos, con altos precios y equipos profesionales de primer nivel.
Luego, comenzaron a emerger empresas igual de pequeñas, pero que entregaban soluciones más baratas, forzando a las otras a tercerizar muchos de sus procesos y correr el riesgo de perder calidad, trabajo en equipo, sinergias internas.
Así, muchas empresas boutique se transformaron rápidamente en fábricas de salchichas, con productos a menores precios y no siempre con el grado de exclusividad y calidad con el que habían comenzado.
En un rubro que en Chile, en mi opinión, es bien amateur a ratos, creo que nos hacemos zancadillas constantemente.
Hago el símil con los equipos de fútbol. Muchos equipos se enfrentan a la decisión de formar jugadores desde chicos, en sus canteras, sabiendo que en algún momento serán buenos. Se espera que mejoren tanto que los comprará un equipo más grande, o bien, adoptan la lógica de tercerizar esa formación, trayendo refuerzos de otros equipos, sin hacer procesos internos, con una mirada a largo plazo y más estratégica.
Cuando trabajas en digital, siempre tienes claro en qué momento empezaste el camino a convertirte en fábrica de salchichas. No quiero demonizar ese proceso, porque si las salchichas son buenas, no veo problema.
Sin embargo, esa producción más industrial, si se quiere, implica que tus procesos deban ser siempre de calidad, con modelos de gestión probados, que respondan de forma adecuada, independiente de quienes lo ejecuten. Por eso, la gestión y la innovación son relevantes.
Por ejemplo, automatizar procesos de contactación, sirve para que el equipo encargado de esa tarea pueda delegarla en un proceso digital/tecnológico, con un bot que haga todo automáticamente, dejándoles tiempo libre para concentrarse en procesos creativos de nuevos servicios.
La innovación en este contexto, entonces, no es sólo crear algo nuevo, es también hacer lo mismo o más con menos recursos, con menos horas/hombre.
Así, se plantea el desafío de generar procesos de innovación que permitan, internamente, mejorar y ordenar trabajos, elevar la eficiencia y abaratar costos de cara al cliente. A la vez, de manera externa, se deben entregar productos de mejor calidad, siendo igualmente rentables. Es ser más con menos.
Pero, ¿qué tiene que ver eso con tener trabajadores mejor calificados? Tiene que ver en la medida que, como empresa, favoreces procesos de aprendizaje a partir del trabajo diario.
Sólo por darles algunos ejemplos, nuestra experiencia con Meteor comenzó muy experimental. A medida que íbamos aprendiendo más, nos planteó el desafío de inventar nuevos modelos de trabajo, a partir de plataformas distintas, que nos permiten hacer más cosas, en menos tiempo, con menos recursos humanos.
Al final de esa experiencia, nos dimos cuenta de que estábamos más capacitados para cumplir con ese desafío y pasar a la etapa siguiente, que tiene que ver con traspasar lo aprendido a un servicio que ofreces a tus clientes.
Casi como consecuencia, hemos empezado a crear nuestras propias librerías de desarrollo, cumpliendo con estándares internacionales para el área. Esto plantea que tenemos que ser más expertos en lo que hacemos y coordinarnos mejor desde etapas tempranas de arquitectura de información hasta la producción de un sitio.
Esta innovación se traduce en que debemos tener a todo el equipo alineado en la construcción de una solución más eficiente, de alta calidad y en tiempos más cortos. Hemos avanzado a tal punto en esa optimización que hoy tenemos la capacidad de producir un theme básico de WordPress, completo hasta su diseño, en cerca de 24 horas.
Por otra parte, usar herramientas y plugins que estén reconocidos, con buena documentación, nos ha permitido llegar a demorarnos 3 semanas en sitios de mediana y baja complejidad, resolviendo la carga de trabajo asociada a la mantención de esos proyectos.
Otro proceso que identifico como innovador fue comenzar a desarrollar una lógica de trabajo asociada a Scketch e InVision. En ambos casos, el costo asociado al pago de una licencia de software se ha rentabilizado en mejorar nuestros procesos creativos internos, con plataformas que favorecen la innovación y la creación propia gracias a nuevas tecnologías.
Por eso es clave mirar cuál es la oferta de herramientas que hay afuera, probar, testear, revisar cómo pueden ayudar a los procesos de creación y producción de proyectos.
Estar pendientes de cuáles son las nuevas tecnologías que otros están usando te permite hacer más versátiles tus procesos, con herramientas que favorecen ese desarrollo y, en el largo plazo, llegan a ser más baratas.
Quedarse atrás en el uso de herramientas, restringir los espacios de exploración e innovación trae consigo a trabajadores desmotivados. Cuando no tienen ganas de aprender, muchas veces entorpecen el trabajo diario, ideando soluciones mediocres que no entregan valor a tu oferta.
Pero innovación no sólo se remite a lo práctico, también puedes sumar desde lo estratégico. Por ejemplo, integrar a los equipos en los procesos de planificación o de fortalecimiento de marca y gestión, permiten sistematizar procesos de trabajo, identificar puntos críticos, probar y crear metodologías que se transformen en modelos que sustenten, de manera más innovadora, tu quehacer diario. Eso es innovación en el mejor de los contextos.
En IDA hemos sido capaces de crear modelos, a partir de la investigación, que permiten involucrar a las distintas personas de nuestro equipo, reduciendo el tiempo de la curva de aprendizaje y generando modelos probados y replicables, optimizando comercialmente esas soluciones para venderlas luego.
Innovar no es crear algo que no existe. Es más bien ser capaces de, a partir de lo que hay, imaginar e implementar soluciones más potentes, que permitan combinar distintas fuentes (plataformas, metodologías, modelos, personas) para crear y obtener mejores resultados.
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