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Las cuentas “personales” en redes sociales no existen

El otro día, mientras miraba de reojo la transmisión del partido de Chile frente a Bolivia, apareció en mi TL de Twitter, una imagen de la cuenta de Facebook de Francisco Díaz. Para los que no lo conocen, él es el actual subsecretario de Trabajo y Previsión Social y, según su perfil en Twitter, declarado hincha de la Universidad de Chile.

La captura de pantalla mostraba un estado de Díaz, donde se refería al Estadio Monumental, propiedad de Colo Colo y rival de la U, en términos muy típicos de un fanático de cualquier club.

En segundos, la publicación empezó a ser compartida y cuestionada, los medios de comunicación cubrieron la situación y el tema se posicionó en los primeros lugares de los trending topic nacionales. Hasta Jorge Valdivia respondió a través de su cuenta de Twitter.

El tema creció a tal punto que el subsecretario tuvo que dar explicaciones y pedir disculpas. Entre sus argumentos estaba que lo había escrito en su cuenta personal de Facebook y que no sabía cómo el post llegó a Twitter.

En el argumento de Díaz hay varias cosas que él no entiende. Primero, que es una autoridad y debe comportarse como tal. Aunque como hincha del fútbol tenga que ir al estadio de su archirrival.

Si piensa que el Monumental es un basural, allá él, pero no puede decirlo en espacios públicos, sea la plaza, la fila para entrar al mismo estadio o una red social. Porque las redes sociales también son un espacio público y cada uno debe hacerse cargo de lo que dice. Más aún si es una autoridad.

¿Qué nos falta en Chile para evitar bochornos como el de Díaz? ¿Qué hemos hecho mal los que trabajamos en comunicación digital para no lograr que la clase política entienda las nuevas plataformas? ¿Qué hace que cualquiera se crea reportero ciudadano publicando información sin verificar o queriendo apedrear a todo el que se equivoca?

Obama lleva años dándonos clase de cómo los políticos pueden usar sus redes sociales. Su equipo es inteligente, porque fueron capaces de entender a las redes sociales como una herramienta de propaganda donde todo lo que aparezca puede ayudar o destruir su gestión.

El presidente más poderoso del mundo puede ser divertido, usar gif, responderle a Clinton y no ser molesto ni desubicado. Incluso, intencionan muchas de las muecas y actitudes que tiene, entregando material de calidad para miles de memes que abundan en Internet.

En un momento en que cualquiera puede grabar y publicar lo que se le antoje, los políticos deberían sentirse convocados a actuar de manera aún más responsable, estén o no en las plataformas sociales.

Hoy, cualquiera de nosotros puede grabarlos en conductas incorrectas para su investidura, o hacer una captura de pantalla de sus redes “personales” y compartirla a todo el mundo. Vivimos rodeados de información, casi todos pueden tener un teléfono con cámara y plan de datos, cualquiera puede sentirse llamado a denunciar o a publicar.

Muchos hacen eco de denuncias falsas, de información sin verificar y crean bolas de nieve que van rodando por ahí, difundiendo cosas como asaltos con resultado de muerte a taxistas de Uber, las vacunas como causa del autismo y así.

Todas esas situaciones deberían ser una advertencia para evitar exponerse. Entender que su responsabilidad no está sólo en sus propias cuentas, sino también en verse a sí mismos como personajes públicos, las 24 horas del día.

El caso de Díaz no es el primero, pero, que sigan ocurriendo sólo nos demuestra que los personajes públicos aún no dimensionan lo lejos que puede llegar una situación “anecdótica”.

Ahí resultan claves los equipos de comunicaciones que asesoran a los personajes públicos, porque son quienes deben recomendar buenas prácticas y temáticas de valor para difundir en sus redes sociales “personales”.

Díaz podría haber contado que estaba con su familia apoyando a la Selección Chilena, sin la necesidad de caer en el chiste burdo en contra de Colo Colo, y no estaríamos hablando de esto ahora.

Porque, la responsabilidad de comunicar no es sólo de quienes hacen de “rostros” o “voceros”, es también de los equipos que los acompañan, de quienes se encargan de decirle que siempre está cumpliendo un rol público, que están obligados a cuidar su imagen en todo momento. Porque la delgada línea que separa lo privado de lo público cuando eres autoridad o famoso, no existe. Todo es público, o como dicen en el fútbol, todo es cancha.